domingo, 21 de noviembre de 2010

SAN VITAL DE RAVENA

Uno de los máximos exponentes de la arquitectura bizantina, pertenece a  la I edad de oro, durante la época de Justiniano.
Como muchas iglesias orientales tiene planta central concretamente  octogonal, precedida de un nártex. Los elementos sustentantes son el  muro, pilares y columnas que, en el interior, soportan la gran cúpula central. La cúpula es liviana, por lo que no necesita un grueso muro de apoyo ni destacados sistemas de contrapeso para equilibrar las presiones que ejerce la cúpula en todas direcciones. Las columnas tienen el característico capitel bizantino compuesto por una estructura tronco piramidal invertida con cimacio. Alrededor del espacio central bajo la cúpula se encuentra una nave también de forma octogonal, cubierta por unas bóvedas irregulares combinadas. Sobre ella en el piso superior, se sitúa una segunda nave que reproduce la estructura inferior. El ímpetu ascensional viene remarcado por la superposición de columnas, tribuna y exedras. La luz contribuye a acentuar esta sensación, desmaterializando el espacio, al incidir sobre los mosaicos del ábside.
El exterior en cambio, se nos presenta con simplicidad y claridad arquitectónica, manteniendo un acusado equilibrio entre la vertical y la horizontal, con los volúmenes geométricos articulados de manera escalonada. Los vanos son arcos de medio punto existiendo entre ellos pilastras adosadas al muro. Los efectos polícromos se consiguen por la alternancia entre la piedra y el ladrillo.
De la decoración interior han desaparecido los mosaicos excepto los del presbiterio. A ambos lados del ábside se encuentran las representaciones del emperador Justiniano con su séquito y de la emperatriz Teodora con el suyo, respectivamente. El Emperador va acompañado por el obispo Maximiliano, algunos sacerdotes, dignatarios del imperio y soldados. La Emperatriz aparece con una comitiva de damas y eunucos de la corte. Ambos llevan una serie de ofrendas en sus manos. La composición es similar en las dos escenas, enmarcadas en un rectángulo con dibujos en los bordes a modo de tapiz. Entre las figuras no existen espacios intermedios, lo que provoca apariencia de irrealidad, ya que los fondos son dorados o verdes. Cada figura aparece claramente delimitada por una línea de perfil en negro, lo que acentúa la dirección vertical que provoca la representación, que es la única línea de tensión que rompe el estatismo de las escenas
En el ábside está representado Cristo imberbe sentado sobre la esfera del mundo, rodeado por arcángeles, con una serie de objetos vegetales y animales, que también hay que interpretarlos como manifestación divina al formar parte de la creación.

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